Grandes Mitos de la Alimentación – Volumen V
¡Descubre la verdad detrás del pan tostado!
Antes de abordar el tema, es importante comprender que la estructura del pan cambia durante el proceso de horneado. Tanto el interior como el exterior del pan tienen la misma composición antes de meterse en el horno, pero una vez que está cocinado, se forma una distinción entre la miga interior y la corteza exterior.😋🥖
Durante este proceso, el pan pierde agua por evaporación. La miga al encontrarse en el interior conserva parte de la humedad, pero la corteza pierde mayor cantidad de agua debido a su exposición directa al calor. Por lo que pierde volumen, y los nutrientes quedan más concentrados, es decir, están presentes en mayor cantidad por unidad de peso que en la miga.
Pero ¡atención! El agua no aporta calorías, y la miga al retener más agua tiene mayor poder saciante sin calorías añadidas. No obstante, aunque los nutrientes sean prácticamente los mismos en las dos fracciones, cabe destacar, que la cocción afecta a ciertas vitaminas sensibles a la temperatura.
Otra de las razones que debemos comentar es, que mientras se hornea, los azúcares del pan comienzan a caramelizarse gracias a la famosa Reacción de Maillard. Esta reacción ocurre entre los hidratos de carbono y los aminoácidos del alimento, y es responsable de generar compuestos que proporcionan ese aroma y color tan característico de pan tostado.
Aunque el pan tostado pueda parecer una opción más saludable, no lo es. Tostarlo aumenta la digestibilidad de los carbohidratos que lo componen y, por tanto, esos azúcares incrementaran el índice glucémico, lo que significa que se absorberán más rápido, afectando nuestros niveles de glucosa en sangre.
En resumen, desde el punto de vista nutricional, una rebanada de pan tostado no es mejor que una rebanada de pan sin tostar. La clave está en moderar la cantidad y optar por pan de buena calidad. 👌🏼✨
Así que, este mito es … ¡Falso!